jueves, 1 de noviembre de 2007

LA RELACIÓN DE DOMINACIÓN (DEL FRANCÉS RELATION D’EMPRISE)

Lic. Patricia Martínez Llenas


La relación de dominación es una forma de manipulación grave que constituye un real proceso de destrucción mental. La víctima no tiene más que una débil estima de ella misma, ha sido lesionada en lo más profundo de su identidad, el derecho de ser otro le está negado. Se encuentra rebajada por su dominador del estado de sujeto a ese de objeto. La víctima no puede replicar a la violencia que le es hecha, encerrada en la sumisión a su agresor insidioso que la subyuga y la apremia a través de comportamientos manipulatorios. Así, la víctima perciba esta violencia como una punición justificada por su estado de inferioridad y que la revuelta no hará más que amplificarlo.
El dominador tiene muy poca o ninguna conciencia de la violencia que inflige y un mínimo sentimiento de culpabilidad. Para la víctima, el pronóstico es sombrío y las secuelas psíquicas son profundas, pudiendo conducir al extremo justo del suicidio.
El discurso y el comportamiento del instigador –dominador- no tiene por finalidad el intercambio con el otro. Pero sí el levantamiento progresivo y solapado de las defensas de su víctima para llevarla a un estado de confusión próximo al trance. Este estado de conciencia suspendido es mantenido por el aprendizaje y la obediencia a comportamientos automáticos sostenidos desde una lógica de supervivencia frente a situaciones de impotencia, y por reglas sociales intangibles.
Así la renombrada psicoanalista Marie-France Irigoyen trata el tema de la relación de dominio en su libro “El acoso moral. La violencia perversa en lo cotidiano” (Le harcelement moral. La violence perverse au quotidien” de Editions Syros, Paris, 2001), libro resumido por Gladys Ndang en septiembre 2006.
Doctor en medicina desde 1978, Marie France Irigoyen se especializó en psiquiatría. Psicoanalista, psicoterapeuta familiar, anima desde 1985 seminarios de gestión del estrés en empresas. Luego se formó en victimología en los EEUU primero, luego en Francia donde presentó una tesis intitulada “La destrucción moral, las víctimas de los perversos narcisistas”. Centra entonces sus búsquedas sobre la violencia psicológica y publica en 1998 un ensayo “Le harcelement moral, la violence perverse a quotidien”, que conoce un inmenso suceso y se encuentra traducido en 22 lenguas. Es este ensayo el que se desarrollará inmediatamente en su libro de mismo título.
Un individuo narcisista impone su dominación para retener al otro, queriendo paralizar a su partenair poniéndolo en posición de incertidumbre: para estar seguro de quedar en posición de superioridad, el perverso narcisista constituye una asociación mortífera de denigración, los ataques subterráneos son sistemáticos.
La convención internacional de los derechos del niño considera como malos tratos psicológicos hacia los niños: la violencia verbal, los comportamientos sádicos y desvalorizantes, el rechazo afectivo, las exigencias excesivas o desproporcionadas en relación a la edad del niño. A veces dicho maltrato tiene la máscara de la educación, ya que la educación tradicional tiene por finalidad quebrar la voluntad del niño para hacerlo un ser obediente y dócil, por lo que los niños no pueden reaccionar dada la fuerza y la autoridad aplastante de los adultos educadores que los convierten en mudos y pueden asimismo hacerles perder la conciencia de realidad.
El acoso sexual es un paso en más del acoso moral. Si bien concierne a los dos sexos, la mayor parte concierne a mujeres agredidas por hombres, que frecuentemente son jerárquicamente superiores (profesor-alumna; médico-paciente)
Diferentes tipos de acosadores sexuales han sido descritos –todos teniendo en común un ideal de rol masculino dominante y actitudes negativas respecto de las mujeres y el feminismo. Diferentes categorías de acoso sexual fueron identificadas : el acoso de género, que consiste en tratar a una mujer de manera diferente porque es una mujer, con remarcas o comportamientos sexistas; el comportamiento seductor ; el chantaje sexual ; la atención sexual no deseada; la imposición sexual y el asalto sexual.
LAS RELACIONES PERVERSAS Y LOS PROTAGONISTAS
La influencia consiste, sin aumentar, a llevar a cualquiera a pensar, decidir o conducirse diferentemente a como lo haría espontáneamente. La persona que es blanco de esa influencia no puede consentir a priori libremente. El proceso de influencia está pensado en función de su sensibilidad y sus vulnerabilidades. Eso se hace a través de la seducción y la manipulación. Como en toda manipulación, la primer etapa consiste a hacer creer al interlocutor que él es libre, así se trata de una acción insidiosa que priva de libertad a aquél que está sumiso. No se trata, pues, de argumentar de igual a igual, pero sí de imponer, impidiendo al otro de tomar conciencia del proceso, impidiéndole de discutir o resistirse. Se le retira así a la víctima sus capacidades de defensa, se le retira todo sentido crítico, eliminando también toda posibilidad de rebelión. Encontramos aquí todas las situaciones donde un individuo ejerce una influencia exagerada y abusiva sobre un otro y sus respuestas.
¿Qué significa la palabra francesa “emprise” en este contexto de acoso moral y sexual?La emprise es un procedimiento de dominación sobre otro. La relación de dominio impide toda posibilidad de entrar en relación real con el otro en tanto que otro, diferente de si, manteniéndolo sumiso al grupo, prisionero y esclavo.
Se trata de fraude moral. Es la dominación intelectual o moral en una relación de dominación. El poder arrastra al otro hacia la dependencia. Se trata de debilitar al otro para dejar pasar mejor sus ideas. La relación de dominación puede ir hasta la captación del espíritu del otro como en un verdadero lavado de cerebro.
La dominación sólo existe en el campo relacional, es la dominación intelectual o moral, la ascendencia o influencia de un individuo sobre otro. La víctima es atrapada en una tela de araña, tenida a disposición, ligada psicológicamente, anestesiada. No tiene conciencia de haber sufrido esta efracción.
LA COMUNICAcION PERVERSa
El perverso narcisista toma un modo particular de comunicación hecha de actitudes paradojales, de mentiras, de sarcasmos, de irrisión, y de desprecio. La utilización de la relación de dominación se basa en procedimientos que otorgan la ilusión de una comunicación: una comunicación particular no hecha para reunir sino para alejar e impedir el intercambio. Esta distorsión en la comunicación tiene por finalidad la utilización del otro. Para que este otro continúe sin comprender nada de estos procedimientos en curso y así confundirlo más aun, hay que manipularlo verbalmente. Siendo no verbal, oculta, sofocada, la violencia transpira a través de los no dichos, los desentendidos, las reticencias, por lo que es vector de angustia.
Los diferentes métodos de comunicación que utiliza el perverso para dominar y desestabilizar a su víctima son:
Rechazar la comunicación directa: No hay jamás comunicación directa porque “No se discute con las cosas”. El rechazo al diálogo es una forma de decir, sin expresar directamente con las palabras, que el otro no le interesa o que no existe como tal.
Deformar el lenguaje: Se encuentra en los perversos, cuando éstos se comunican con sus víctimas, una voz fría, blanca, plana, monocorde. Es una voz sin tonalidad afectiva, que congela, inquieta, dejando aflorar los propósitos más anodinos como el desprecio y la irrisión. El mensaje de un perverso es deliberadamente vago e impreciso, tendiendo a la confusión. Otro procedimiento verbal habitual de los perversos es utilizar un lenguaje técnico, abstracto, dogmático, para arrastrar al otro a consideraciones que no comprende en absoluto, y por las cuales no osa pedir explicaciones por miedo a pasar por un imbécil. Ese discurso frío, puramente teórico, tiene por efecto el impedir a quién escucha, poder pensar y por lo tanto de reaccionar.
Mentir: Más frecuente que una mentira directa, el perverso utiliza de entrada un conjunto de desentendidos, de no dichos, destinados a crear un malentendido para enseguida explotarlo a su favor. Los mensajes incompletos, paradojales corresponden a miedos en la reacción del otro. Se dice sin decir, esperando que el otro haya comprendido el mensaje sin que las cosas hayan tenido necesidad de ser nombradas. Esas mentiras no pueden decodificarse la mayoría del tiempo sino que lo es a posteriori. Decir sin decir es una forma hábil de hacer frente a toda situación.
El perverso utiliza el sarcasmo, la irrisión y el desprecio: Brevemente, el perverso se burla de las convicciones de su víctima, de sus elecciones políticas, de sus gustos, la ridiculiza en público; la denigra delante de otros: la priva de toda posibilidad de expresión, se mofa de sus puntos débiles, hace alusiones de desobediencia sin jamás explicitarlas, pone en duda sus capacidades de juicio y de decisión.
El discurso paradojal esta compuesto de un mensaje explícito y de otro que es mal entendido, del cual el agresor niega la existencia. Esto es un medio muy eficaz para desestabilizar al otro.
Descalificar a alguien consiste en decirle y repetirle que no vale nada, hasta que este termine por prensarlo el mismo.
Dividir para mejor reinar: El goce supremo para el perverso es hacer cumplir la destrucción de un sujeto por un otro, y de asistir a este combate del cual los dos saldrán debilitados, y eso reforzará su omnipotencia personal.
Imponer su poder: Se está en la lógica del abuso de poder donde el más fuerte somete al otro. La toma de poder se hace a través de la palabra. Dar la impresión de saber más, de detentar una verdad “la verdad”. Se pone en marcha un funcionamiento totalitario, fundado sobre el miedo, que tiende a obtener una obediencia pasiva: el otro debe actuar como el perverso espera, debe pensar según sus normas. Ningún espíritu crítico es posible. Se trata de aniquilar, de negar toda diferencia. El agresor establece esta relación de influencia para su propio beneficio y en detrimento de los intereses del otro.

LA VIOLENCIA PERVERSA
Resistirse a esta relación de dominación, es exponerse al odio, En este estadío, el otro, que no existía como tal, sino como un objeto útil deviene en objeto peligroso del cual conviene desembarazarse a través de no importa que medio. La estrategia perversa se devela un buen día. El odio es mostrado! En el momento que la víctima da la impresión de escapársele, el agresor vivencia un sentimiento de pánico y de furor; se desencadena. Cuando la víctima expresa lo que siente, tiene que hacerla callar. Es una fase de odio en estado puro, extremadamente violenta, hecha de golpes bajos y de injurias, de palabras que rebajan, humillan, tornando en irrisorio todo eso que es propio del otro.
Esta armadura de sarcasmo protege al perverso de aquello que más teme, la comunicación. Todo lo que ya existía de forma subterránea aparece ahora un buen día. El trabajo de demolición deviene sistemático. No se trata aquí de amor que se transforma en odio como se tiende a creer, pero sí de apetencia o ganas que se transforman en odio; de no amor bajo una máscara de deseo, no por la persona misma, pero por eso tiene en más y que el perverso quisiera apropiarselo. Luego, es un odio oculto, ligado a la frustración de no poder obtener del otro lo que tanto deseaba. Cuando el odio se expresa francamente, es con la intención de destrucción, de aniquilación del otro.
EL AGRESOR
Los rasgos de la personalidad son muy comúnmente compartidos (egocentrismo, necesidad de admiración, intolerancia a la crítica) y no son por tanto patológicos.
La noción de perversidad implica una estrategia de utilización, luego de destrucción de otro, sin ninguna culpabilidad. Un perverso narcisista se construye asumiendo sus pulsiones destructivas.
Estas características son también comunes del Trastorno Antisocial de la personalidad.
Así el sentido de perversidad lo encontramos en la descripción que hace el DSM IV (Criterios Diagnósticos de los Trastornos Mentales de la American Psychiatric Association), tal como sigue :
A. Un patrón general de desprecio y violación de los derechos de los demás que se presenta desde la edad de 15 años, como lo indican tres (o más) de los siguientes ítems:
1. fracaso para adaptarse a las normas sociales en lo que respecta al comportamiento legal, como lo indica el perpetrar repetidamente actos que son motivo de detención.
2. deshonestidad, indicada por mentir repetidamente, utilizar un alias, estafar a otros para obtener un beneficio personal o por placer3. impulsividad o incapacidad para planificar el futuro4. irritabilidad y agresividad, indicados por peleas físicas repetidas o agresiones5. despreocupación imprudente por su seguridad o la de los demás6. irresponsabilidad persistente, indicada por la incapacidad de mantener un trabajo con constancia o de hacerse cargo de obligaciones económicas7. falta de remordimientos, como lo indica la indiferencia o la justificación del haber dañado, maltratado o robado a otros
B. El sujeto tiene al menos 18 años.
C. Existen pruebas de un trastorno disocial que comienza antes de la edad de 15 años.
D. El comportamiento antisocial no aparece exclusivamente en el transcurso de una esquizofrenia o un episodio maníaco.
Alberto Eiger intentó sobre eso dar la definición siguiente: “Los individuos perversos narcisistas son aquellos que, bajo la influencia de su Si grandioso, tratan de crear un vínculo con un segundo individuo, atacando particularmente la integridad narcisista del otro con el fin de desarmarlo. Atacando también el amor de Sí, la confianza en Sí, la autoestima y la creencia en Sí del otro. Al mismo tiempo buscan, en cierta forma, a hacer creer que el vínculo de dependencia al otro respecto a ellos es irremplazable y es lo que el otro le solicita.
La personalidad narcisista, según el DSM IV está descrita como sigue (presenta al menos cinco de las manifestaciones siguientes) :
Un patrón general de grandiosidad (en la imaginación o en el comportamiento), una necesidad de admiración y una falta de empatía, que empiezan al principio de la edad adulta y que se dan en diversos contextos como lo indican cinco (o más) de los siguientes ítems:
tiene un grandioso sentido de autoimportancia (p. ej., exagera los logros y capacidades, espera ser reconocido como superior, sin unos logros proporcionados).2. está preocupado por fantasías de éxito ilimitado, poder, brillantez, belleza o amor imaginarios.3. cree que es "especial" y único y que sólo puede ser comprendido por, o sólo puede relacionarse con otras personas (o instituciones) que son especiales o de alto status.4. exige una admiración excesiva.5. es muy pretencioso, por ejemplo, expectativas irrazonables de recibir un trato de favor especial o de que se cumplan automáticamente sus expectativas.6. es interpersonalmente explotador, por ejemplo, saca provecho de los demás para alcanzar sus propias metas.7. carece de empatía: es reacio a reconocer o identificarse con los sentimientos y necesidades de los demás.8. frecuentemente envidia a los demás o cree que los demás le envidian a él.9. presenta comportamientos o actitudes arrogantes o soberbios.
El psicoanalista de renombre internacional Otto F. Kernberg, en su libro “LA AGRESION EN LAS PERVERSIONES Y EN LOS DESÓRDENES DE LA PERSONALIDAD” de Editorial Paidós, Buenos Aires, 1º edición 1994, en el cap. 5, pág. 117, considera que “hay también un grupo de pacientes ubicados en algún punto entre el trastorno narcisista y el antisocial, caracterizados por que yo he denominado el síndrome del narcisismo maligno (1984). Este síndrome se define por la combinación de 1) un trastorno narcisista de la personalidad; 2) conducta antisocial; 3) agresión o sadismo yo-sintónico –quiere decir que no genera angustia en el yo del agresor- dirigidos contra los demás o expresado en un tipo particular de automutilación triunfante o con intentos de suicidio, y 4) una fuerte orientación paranoide.”
¿Cuáles son las relaciones de la malignidad y la crueldad con el sadismo? Sartre escribió que la malignidad es tener la necesidad del sufrimiento de los otros para existir.
El psicoanalista R. Dorey ponía el acento sobre la relación de dominación, apropiación, desposesión. Neutralización del deseo del otro y abolición de la alteridad, sea por la seducción, sea por la fuerza.
Los perversos narcisistas son individuos megalómanos que se ponen como referentes, como marco del bien y del mal, de la verdad. Se les atribuye frecuentemente un aire moralizador, superior, distante. Aunque si ellos no digan nada, el otro se siente sorprendido en falta. Anteponen sus valores morales irreprochables dando una buena imagen de ellos mismos. Denuncian la malevolencia humana. Presentan una ausencia total de interés y empatía para los otros, pero desean que los otros se interesen a ellos. Todo les es debido. Critican a todo el mundo, no admitiendo ningún cuestionamiento y ningún reproche.
LA VICTIMA
La víctima es víctima porque ella ha sido designada por el perverso. Deviene en chivo expiatorio, es la responsable de todo el mal. Ella será de ahora en adelante el blanco de la violencia, evitando a su agresor una depresión o bien, un cuestionamiento. La víctima en tanto que víctima, es inocente del crimen por el cual va a pagar. No obstante, los propios testigos de la agresión la convierten en sospechosa. Todo pasa como si una víctima inocente no pudiese existir. Se imagina que ella consiente tácitamente o que ella es cómplice, conscientemente o no, de su agresión.
Lo propio de un ataque perverso, es de considerar las partes vulnerables del otro, ahí donde existe una debilidad o una patología. Cada indivuduo presenta un punto débil que será para el perverso un punto de enganche. Puede que esta falla sea justamente eso que el otro rechaza ver en sí mismo. El ataque perverso es entonces una revelación dolorosa. Eso puede ser un síntoma que el otro intenta banalizar, minimizar, y que la agresión perversa vendría a reactivar. Los perversos buscan en el otro el germen de la autodestrucción que es suficiente para activar una comunicación desestabilizante.
El funcionamiento perverso consiste en apagar toda marca de libido. Pues la libido es la vida. Es necesario, entonces, apagar toda marca de vida, todo deseo, también toda posibilidad de reaccionar. En la relación con los perversos, no hay simetría, pero sí dominación de uno sobre el otro, e imposibilidad para la persona sometida, de reaccionar y detener el combate. Es así cuando se trata realmente de una agresión.
Las consecuencias a largo término (en la víctima):
El shock se produce cuando las víctimas toman consciencia de la agresión. Hasta ese momento no eran desconfiadas, sino que estaban aún demasiado confiadas. Brutalmente, comprenden que han sido el juguete de una manipulación. Se encuentran desamparadas, heridas, todo se derrumba. La importancia del traumatismo viene del efecto sorpresa y de la falta de preparación, consecuencia de la dominación. Momento donde se mezclan el shock emocional, el dolor y la angustia. Es una sensación de efracción violenta, de sideración, de desborde, de hundimiento que ciertas víctimas describen como una agresión física « es como un puñetazo ». De ahí en más se organiza el complejo cuadro de estrés postraumático.
El síndrome de Estrés postraumático : [1]
Síndrome del TEPT –Trastorno por estrés postraumático, o PTSD –Postraumatic Stress Disorder o Desarrollo Psíquico Postraumático-, este otro concepto que se acopla, es el de “SIDERACION PSIQUICA” *(a) entendiendo como tal a un estado psicológico de atontamiento, de un trastocamiento o devastación (bouleversement), de los puntos de referencia del sujeto, cuando es impactado por el evento traumático.

Dicho impacto produce a nivel intrapsíquico una suerte de “efracción” –o fractura- del sistema de para-excitación (como Freud lo explicara, es el sistema de defensa que protege al psiquismo de un exceso de excitación, que evita el desborde de estímulos displacenteros que son resentidos como un aumento insoportable de afecto angustioso), siendo esta efracción la responsable de colocar al sujeto en confrontación con la “realidad de la muerte”, o con la “imagen del Sí Mismo muerto”.

La Sideración Psíquica, es el verdadero momento de desestructuración yoica, y el inicio de procesos psicopatológicos, que operan fundamentalmente bajo el predominio de la disociación o clivaje de las representaciones, ya que una parte de los pensamientos continúa circulando libremente, permitiendo en apariencia adaptarse a la realidad presente.
Se produce entonces una hipervigilancia que permite estar en estado de alerta, mientras que un embotamiento de las emociones y una amnesia parcial permiten manejar el estrés. Pero otra parte queda adherida alrededor de la imagen traumática –disociada-, originando perturbaciones que luego de cierto tiempo de transcurrido el evento traumático –a posteriori, o aprés-coup-, se organizan y consolidan bajo el nombre de síndrome de repetición traumática. Así el sujeto revive las escenas traumáticas indefinidamente como un filme que se reitera de manera circular.

Estos elementos descritos, se combinan dinámicamente constituyendo el:
“Síndrome del Trastorno por estrés postraumático”, en el que podemos advertir la presencia de las siguientes manifestaciones, que son expresiones directas de la irrupción masiva de emergentes de proceso primario, como modalidad de funcionamiento psíquico preponderante:
Ø Reacciones inmediatas de estrés
Ø Evocación de la muerte
Ø Ausencia de mediación a través de las palabras (ausencia de palabras)
Ø Experiencia particular originada en la pérdida de dos referentes, del tiempo (no saben más su edad...) y del espacio (no saben más dónde se encuentran, desorientación temporoespacial, confusión inmediata o diferida...)
Ø Inhibición (no neurótica), sideración
Ø Mirada escópica de imágenes traumáticas (de la pulsión escópica entendida como la pulsión de mirar con cierta fascinación imágenes de fuego, explosión, las imágenes son traumatisantes)
Ø Imágenes auditivas (ruidos de explosión, gritos, voces...)
Ø Imágenes olfativas (olor químico...) Imágenes táctiles (horripilación, sensaciones corporales, carne de gallina...)
Ø Trastornos de funciones vitales: pérdida de apetito, trastornos del sueño, como el despertar frecuente, pesadillas, o una hipersomnia que permite un “refugio en el soñar”
Ø Trastorno del humor hacia la tristeza; melancolía con culpabilidad; labilidad del humor; trastornos del carácter con agresividad, violencia. La persona afectada es portadora de un sentimiento de terror, que conlleva un riesgo de suicidio importante, y/o una vivencia de la nada, de aniquilación.

Este nuevo estado de desequilibrio mayor se produce a expensas de la anterior integridad y homeostasis psicológica, rompiendo sus cadenas asociativas y sus representaciones intrapsíquicas, fragmentando a éstas en pedazos, siendo las imágenes traumáticas la que ahora ocupan el centro de la escena, volviendo como pensamientos intrusivos, pesadillas, angustias incontrolables, fobias, etc.

La sideración psicológica, será pues, el estado de mayor indefensión y vulnerabilidad donde anclarán luego (del aprés-coup), las diversas manifestaciones del trastorno por estrés post-traumático.
[1] Mariano N. Castex “El Daño en Psicopsiquiatría Forense”, Ed. AD-HOC, 2º edición Julio 2005. Cap.XV “Daño psíquico: otra mirada” págs. 201-209 de la autora Patricia Martínez Llenas.

*(a) El término "sideración psiquica", que es utilizado en técnicas proyectivas y en psicoanálisis por la escuela francesa en general, hace referencia a un estado de inhibición psíquica mayor, donde prácticamente el bloqueo asociativo es total, o sea, el sujeto, guarda silencio frente a los estímulos presentados a través de las distintas láminas, sea del Rorschach, o del TAT, sus tiempos de respuesta o de latencia inicial para dar una respuesta, son larguísimos, justamente porque está inhibido en sus procesos asociativos; los silencios son numerosos, en general la producción verbal está muy restringida. Esto se acompaña generalmente de manifestaciones de ansiedad, que a nivel del comportamiento, se observan como mímicas, rictus de angustia, sudación, actitud petrificada. Este mismo estado, lo describen como reacción de inhibición, o bloqueo, o sideración, frente a la experiencia psicotraumática, que luego deviene en trastorno por estrés postraumático. Por lo tanto, la “sidération psychique”, es un galicismo, que adaptado a nuestra lengua como “sideración psíquica”, es utilizado en la explicación psicoanalítica de los estados por estrés postraumático.

domingo, 3 de junio de 2007

Nosografía psico-psiquiátrica y delito

*Por Patricia Martínez Llenas

Si intentamos articular los conceptos de responsabilidad-libertad-culpabilidad-imputabilidad, como parte integrante de la conducta típica y antijurídica dentro de la teoría del delito y desde una visión psico-psiquiátrica, deberíamos considerar las diferentes psicopatologías que den cuenta de posibles encuadres donde esos conceptos pueden tenerse en pie o no.

a. Dentro de las estructuras neuróticas de personalidad, o desarrollos o reacciones anormales de la personalidad (también a veces mal denominadas como variables de la normalidad) en las que se encuentra estabilidad entre las instancias psíquicas de la personalidad (Yo, Ello y SuperYo), donde se puede detectar la existencia de normas éticas internalizadas, de concienca moral, de auto-observación, de la capacidad de entrar en conflicto y de angustiarse frente a situaciones frustradoras –egodistonía-, de una manera de vivir inserto en la realidad circundante, compartiendo códigos, símbolos y costumbres acordes con la sociedad, podremos inferir que dicha personalidad dispone de recursos psicólogicos suficientes para vivenciar el sentimiento de culpa o culpabilidad subjetiva, por lo que se encuentra sobre el eje de la responsabilidad-libertad-imputabilidad.

b. Si en cambio, hablamos de estructuras psicóticas, donde se ha quebrado la continuidad de la línea de desarrollo de la personalidad, donde el proceso psicótico ha modificado la inserción de dicha personalidad dentro de la realidad circundante, a través de una ruptura de la realidad, y la creación de una neo-realidad, tal como se evidencia en las manifestaciones delirantes y alucinatorias de las psicosis. Si la conducta típica antijurídica, emana directamente desde dicha personalidad perturbada, si la conducta delictiva es un sub-producto delirante tal como presentan los psicóticos paranoicos, o consecuente a manifestaciones alucinatorias altamente persecutorias, tal como aparecen en brotes esquizofrénicos, o en comportamientos demenciales desinhibidos, liberados del control cortical cerebral, o bien bajo la influencia de productos tóxicos, o noxas de diversa etiología médica. Asimismo en las patologías deficitarias por retrasos mentales, tomando como ejemplo las oligofrenias más severas, u otras patologías que produzcan una detención del desarrollo psícofísico, que comprometan tanto la dirección de las conductas emanadas, como frente a situaciones donde al individuo se le torna imposible la comprensión de la conducta antijurídica, ya que por su evidente trastorno no puede asimilar las normas, ni motivarse en ellas.

c. En delitos cometidos bajo efecto directo de sustancias psicoactivas (drogas, alcohol) donde puede haber trastorno mental transitorio completo acompañado de amnesia, u otras situaciones que cursen con estados de inconsciencia, por ej la borrachera del sueño, la responsabilidad de dichos actos queda fuera de toda discusión.

Pero deberá tenerse en cuenta si la intoxicación fue provocada adrede para delinquir, o de manera casual o accidental sin intención delictual previa.

d. Existen otras situaciones límites donde la respuesta del victimario responde a una turbulencia emocional derivada de la conducta provocadora de la víctima, más una psicosensibilización –o estado psicoanafiláctico de Bonnet-, que prepara el terreno comportamental para que dadas ciertas y determinadas situaciones desencadenanates, se produzca el estallido conductual violento. Este último implica un trastorno transitorio de conciencia incompleto que cursa con dismnesia y que para los españoles serían los estados equivalentes de arrebato –estado de emoción turbulenta- u obcecación –estado pasional-

Dichos comportamientos emocionales o pasionales, pueden tener tal grado de enturbamiento de conciencia que entrarían en un grado menor de imputabilidad, o sea como atenuantes de la responsabilidad penal.

e. Las personalidades psicopáticas, los psicópatas, o “trastorno antisocial” o disocial de la personalidad, o llamadas también sociopatías, personalidades agresivas, impulsivas o en cortocircuito, son las más proclives a cometer conductas delictivas.

La noción de conflicto intrapsíquico, tal como lo encontramos en la personalidad neurótica, no lo encontramos en estos cuadros, no hay conciencia moral, ni auto-observación, ni internalización de normas éticas, no puede tolerar la angustia ni la frustración, frente a una situación de conflicto, reacciona por medio del acto, pasa al acto directamente descargando toda la tensión interna en el mundo exterior, por eso el dicho que el psicópata tiene conflicto entre su “ello y la realidad” (el “Ello” es la instancia intrapsíquica que pertenece al mundo pulsional e inconsciente, o sea a la parte más primitiva de las pulsiones agresivas y sexuales). El psicópata, desde esta perspectiva, no tiene moral, no tiene culpa, acciona y reacciona según sus propias apetencias.

Es considerado generalmente responsable, por lo tanto imputable (¿?). Consideración en eterno debate, ya que una personalidad como tal, presenta evidentes trastornos, alteraciones o déficit, por lo que se torna riguroso en extremo hacer un estudio cabal y profundo caso por caso.

f. Hay otra psicopatología de difícil encuadre, los estados o personalidades límites –l’état limite- o fronterizos, borderline o “Trastorno border”, que tienen como característica estar en el límite entre la neurosis y la psicosis. El síndrome central que presentan, denominado “difusión de la personalidad” es tal, que requieren de un diagnóstico diferencial estricto para no disfrazarlo de algo que no es. No presentan la misma ruptura con la realidad como en la psicosis, pero sí hacen descompensaciones psicóticas episódicas, también presentan una disociación denominada “clivaje intrapsíquico” que altera en gran medida la adecuación de esta personalidad con el entorno social, provocando conductas disfuncionales variadas. Se necesita de un buen estudio de la personalidad para distinguir en caso de conducta delictiva, si podrían haber atenuantes de la responsabilidad, o sea de la imputabilidad.

g. Llegando a otros trastornos, que en el ámbito penal siempre son materia de conflicto en cuanto a su evaluación psico-psiquiátrica forense frente a la pregunta del juzgador en torno al art. 34.1, donde la cuestión se debate respecto a si comprendió y dirigió sus actos, nos encontramos la siguiente nosografía que da el DSM IV, dentro de la categoría “Trastornos de la personalidad (F60)”, y explicita cuáles son los criterios diagnósticos generales:

A. Un patrón permanente de experiencia interna y de comportamiento que se aparta acusadamente de las expectativas de la cultura del sujeto. Este patrón se manifiesta en dos (o más) de las áreas siguientes:

1. cognición (p. ej., formas de percibir e interpretarse a uno mismo, a los demás y a los acontecimientos)
2. afectividad (p. ej., la gama, intensidad, labilidad y adecuación de la respuesta emocional)
3. actividad interpersonal
4. control de los impulsos

B. Este patrón persistente es inflexible y se extiende a una amplia gama de situaciones personales y sociales.

C. Este patrón persistente provoca malestar clínicamente significativo o deterioro social, laboral o de otras áreas importantes de la actividad del individuo.

D. El patrón es estable y de larga duración, y su inicio se remonta al menos a la adolescencia o al principio de la edad adulta.

E. El patrón persistente no es atribuible a una manifestación o a una consecuencia de otro trastorno mental.

F. El patrón persistente no es debido a los efectos fisiológicos directos de una sustancia (p. ej., una droga, un medicamento) ni a una enfermedad médica (p. ej., traumatismo craneal).

Los trastornos que enumera son:

Paranoide – Esquizoide – Esquizotípico – Antisocial – Border – Histriónico – Narcisista – Por evitación – Por dependencia – Obsesivo Compulsivo –

Respecto al trastorno Border y al Antisocial, ya se ha hecho referencia supra, quedando como trastornos de la personalidad que casi siempre son materia de discusión entre peritos, el Paranoide, Esquizoide, Esquizotípico y Narcisista.

Éstos se caracterizan por presentar rasgos patológicos a nivel de carácter, de ahí que se los denomine “carateropatías” que conlleva una idea de rigidez tal que constituyen una “coraza caracterial” de muy difícil acceso a tratamientos psicoterapéuticos, ya que sus rasgos presentan tal fijeza y rigidización anclada en la personalidad de base, que los torna inmodificables. La concepción que tienen de la realidad está orientada desde esta especial manera de ser, por lo que la internalización de las normas y su consecuente motivación se hará desde esta cosmovisión inamovible.

Estas personalidades patológicas no presentan síntomas de angustia ni de egodistonía, es decir, no tienen conflicto entre la conducta desplegada y el Yo, porque simplemente no tienen registro de conflicto a ese nivel.

Desde el psicoanálisis se las describe como verdaderas “neurosis de carácter”, portadores de un SuperYo sádico y primitivo que está más próximo al Yo Ideal, de ahí que falten los componentes psicodinámicos de la conciencia moral y la auto-observación del SuperYo normal o post-edípico, siendo esta ausencia la responsable de estos rasgos sádicos y rígidos del carácter.

Acá también se hace prudente un análisis de caso por caso para evaluar en profundidad si la conducta enrostrada pudo haber sido de otro modo, si tuvo el margen de libertad personal para elegir una forma diferente de reacción.

h. Otra consideración aparte ameritan los “trastornos del control de los impulsos”, de los que puedan tener implicancias jurídico-penales, el “juego patológico o ludopatía”, el “trastorno explosivo intermitente”, la “piromanía” y la “cleptomanía”.

Aquí encontramos una irresistible compulsión a la descarga de pulsiones tanáticas que también ameritan ser estudiados seriamente para determinar si dicho aspecto compulsivo pudo ser modulado o no por su autor, es decir si pudo ser refrenable o no, de ahí el grado de libertad para elegir hacer o no hacer la conducta que se le reprocha penalmente.

A propósito del “trastorno explosivo intermitente” (F63.8) (312.34), el DSM IV lo clasifica según estos criterios:

  1. Varios episodios aislados de dificultad para controlar los impulsos agresivos, que dan lugar a violencia o a destrucción de la propiedad.
  2. El grado de agresividad durante los episodios es desproporcionado con respecto a la intensidad de cualquier estresante psicosocial precipitante.

Los episodios agresivos no se explican mejor por la presencia de otro trastorno mental (p. ej., trastorno antisocial de la personalidad, trastorno límite de la personalidad, trastorno psicótico, episodio maníaco, trastorno disocial o trastorno por déficit de atención con hiperactividad) y no son debidos a los efectos fisiológicos directos de una sustancia (p.ej., drogas, medicamentos) o a una enfermedad médica (p. ej., traumatismo craneal, enfermedad de Alzheimer)

A lo que se agrega la siguiente cita:

“Ya hace más de cincuenta años, cuando Kurt Schneider (1974) hablaba de los psicópatas explosivos, dudaba que se tratara de un tipo específico o, más bien, siguiendo a Kretschmer, de una "reacción primitiva". Los relacionaba con los epileptoides, con los ataques convulsivos psicógenos y, también, destacaba que las excitaciones explosivas podían convertirse ocasionalmente en estados crepusculares psicógenos. Fuera de esos estados, estos sujetos, comenta, se presentan habitualmente tranquilos y dóciles. Respecto a los epileptoides, propiamente, recupera de Kretschmer la valoración del temperamento viscoso (adhesivo, reiterativo), la labilidad de ánimo; dice que son ceremoniosos, pesados y perseverantes. Y añade: La importancia social de este grupo es grande. Los lábiles irritados llegan, a veces, a delitos afectivos; los inestables, a toda clase de delitos ocasionales. Soportan muy mal la disciplina militar. No es raro que, a consecuencia de crisis de labilidad de ánimo, se marchen sin permiso y deserten, aunque la mayoría de estos delitos tengan que interpretarse de otra manera. (p. 163)

Este tipo de carácter ha recibido el nombre, en la psicopatología escandinava (Strömgren), de ixotímico o ixoide, emparentado con la epilepsía y con el biotipo atlético de Kretschmer (Cf. Bohm, 1973, pp. 218 y ss.)”. [1]

Vemos cómo los viejos profesores de psiquiatría ya planteaban dudas respecto al grado de libertad intrínseca de estos pacientes en el despliegue de ciertas conductas, que veían como equivalentes a reacciones primitivas-epilépticas de difícil gobierno por la voluntad y/o la comprensión.

Sintetizando la idea de este artículo, en la concepción de esta autora en lo atinente al estudio de casos de controvertida implicancia jurídico-penal, se vuelve imprescindible el estudio a profundidad caso por caso, sin rotular ni generalizar a priori como tan frecuentemente se hace una vez constatado la ausencia de trastornos psicóticos –alucinaciones y/o delirios- que todo sujeto portador de un trastorno de personalidad será responsable de sus actos, tanto en su dirección como en su comprensión.



[1] “PSICOPATOLOGÍA Y RESPONSABILIDAD PENAL. ALGUNAS CUESTIONES SOBRE LA IMPUTABILIDAD” Fuente: Alejandro Ávila Espada. Universidad de Salamanca. Conferencia Inaugural. I Congreso de Psicología Jurídica en Red (2004)

jueves, 31 de mayo de 2007

USO, ABUSO Y DEPENDENCIA DE SUSTANCIAS PSICOACTIVAS







*Lic. Patricia Martínez Llenas

Los diferentes comportamientos

Existen 3 tipos de comportamientos ligados al consumo de sustancias psicoactivas:

Uso

Uso nocivo o abuso

Dependencia

Uso:
Es el consumo de sustancias psicoactivas que no acarrea ni complicaciones somáticas, ni daño (complicación nociva para los otros).

No está considerado como una problemática patológica, si bien ello pueda acarrear riesgos (en la atención…)




Uso nocivo o abuso:

El uso nocivo o abuso es caracterizado por un consumo repetido que induce a daños en las esferas somáticas, afectivas, psicológicas o sociales, sea para el sujeto mismo, sea para su entorno próximo o distante, los otros o la sociedad.

Se habla de uso nocivo cuando el producto es consumido en situaciones tales que pueden devenir peligrosas (ej: conducción automovilística).

La violencia podrá ser cometida bajo el efecto de sustancias (infracción repetida…)

Impacta sobre las relaciones sociales, familiares, dificultad a nivel de la vida socio-profesional.

Pone en peligro la salud y el equilibrio de otro (ej: mujer embarazada).

Incapacidad para no sobrepasarse en el uso del producto durante varios días.

El “abuso de sustancias” figura en el DSM IV en los “Trastornos relacionados con sustancias”, lo que implica un patrón desadaptativo de consumo que tiene efectos adversos y repetitivos. Se valoran los efectos nocivos y perjudiciales, pero se descartan la tolerancia, la abstinencia y el patrón de uso compulsivo – esta categoría excluye a las consecuencias del tabaco y la cafeína-

Dependencia:

La dependencia puede definirse como la incapacidad de abstenerse a consumir bajo pena de sufrimiento físico y/o psíquico.

Definición de la OMS (1981): “Es el síndrome por el cual el consumo de un producto deviene como una exigencia superior a aquéllas de otros comportamientos que previamente tuvieron una importancia mayor”. La persona oculta todas las circunstancias vitales que giran alrededor del producto adictivo.

Manifestación de dependencia
Existencia de una tolerancia:

La tolerancia consiste en la necesidad de aumentar las dosis de una sustancia para obtener el efecto deseado.
Ésta designa también una disminución de los efectos en caso de utilización continua de la misma cantidad de producto: no hay más placer, pero la persona continúa con el consumo.


Existencia de abstinencia:
Se produce cuando las concentraciones séricas o tisulares de una sustancia disminuyen luego de un consumo prolongado importante, en consecuencia, se da una vuelta al consumo para aliviar y evitar los síntomas de la abstinencia (calambre de estómago, angustia)


Utilización compulsiva de un producto:

Se traduce por un aumento de la cantidad de sustancia consumida, las dificultades de controlar el uso de la sustancia (tentativas de interrupción), el tiempo pasado alrededor de la recuperación de sus efectos, del abandono o la disminución de las actividades socio-profesionales (la vida cotidiana gira alrededor del consumo del producto, no hay mas vida familiar), la imposibilidad de detener el consumo del producto a pesar del conocimiento de problemas somáticos o psicológicos que causa.

La dependencia física o síndrome de abstinencia:
Traduce un estado de adaptación biológica a los tóxicos que se manifiesta por la aparición de trastornos somáticos intensos, dolorosos, cuando el consumidor se encuentra en estado de carencia o falta: temblores, taquicardia, hipertensión, insomnio, sudores, crisis convulsivas, calambres.

Está presente en la toxicomanía a los opiáceos, el tabaco, el alcohol, los medicamentos psicoactivos.

Esos síntomas pueden acompañarse de trastornos del comportamiento (agitación, irascibilidad, ansiedad…)

La dependencia psíquica:

Se manifiesta a través del placer que ha procurado la droga y provoca un estado de malestar psíquico y una necesidad irreprimible de reproducir ese placer.

La dependencia psíquica está ligada al recuerdo del placer: según la OMS (1964): “Estado en el cual una droga produce un sentimiento de satisfacción y una pulsión psíquica que exige la administración periódica o continua de droga para provocar el placer o evitar el malestar”.

Desde la concepción psicoanalítica:

Vemos pues cómo en la dependencia psíquica el carácter repetitivo y adverso del consumo es necesario vincularlo con la compulsión a la repetición, es decir, con la insistencia de la pulsión de muerte.

Compulsión de repetición de la pulsión mortífera, lo cual implica toda una distorsión en la experiencia de satisfacción, que no llega jamás a serlo, ya que se reitera de manera circular, provocando en cada reiteración una ilusoria sensación de bienestar.

Desde la teoría psicoanalítica, el origen o fuente de toda pulsión está en relación con la zona erógena de la que parte; el destino de toda pulsión es la descarga, la finalidad de la pulsión es la satisfacción que produce dicha descarga, y el objeto hacia el cual se dirige la pulsión para lograr su satisfacción, se denomina “investimiento o investidura objetal”. Freud ha descrito la presencia de dos pulsiones básicas: pulsión de vida o Eros, que tiende a la unión, a la vida, en definitiva a un saludable placer; y otra pulsión que es contraria a la vida y que está ligada a la destrucción, a la muerte, al daño, que denominó como Tánatos o pulsión de muerte, y que se rige no por el principio de placer, sino por el mecanismo de compulsión de repetición.

El “objeto de satisfacción”, “el objeto investido” ya no es un “otro significativo”, sino que ha sido reemplazado por la sustancia adictiva, así la relación objetal por medio de la investidura del objeto que implicaba originalmente el vínculo afectivo con un otro, queda reemplazado por la droga a través de un comportamiento compulsivo – adictivo – de la pulsión de muerte.

Pulsión de muerte o Tánatos que se dirige tanto hacia dentro del sujeto con el consiguiente componente suicida, o bien, hacia fuera del sujeto con el consiguiente aspecto agresivo/destructivo pudiendo llegar a verdaderas conductas criminales.

De esta manera, en los estados de carencia de sustancia adictiva, se producirá el estallido comportamental, tanto auto como hetero-agresivo/destructivo de implicancias médico-legales típicas de los síndromes de abstinencia, como también podrán producirse en estados de impregnación cerebral.

El comportamiento adictivo, es secundario y co-mórbido a una personalidad de base que presenta un “estado de desvalimiento anímico o de necesidad” que es previo a la ingesta de sustancia, dicha vulnerabilidad asienta en los cimientos narcisísticos, por lo que ingesta viene a compensar dicha carencia ilusoriamente.

Las verdaderas relaciones vinculares que el adicto ha ido dejando en el camino, fueron sustituídas por la investidura del objeto adictivo –sustancia psicoactiva-, creando unas relaciones objetales del tipo “como sí”, lo que le otorga características de “falseamiento vincular”, ya que las investiduras objetales de “otros significativos” carecen de interés en la vida del adicto. Las correspondencias que se establecen entre el Yo y los “vínculos como sí”, promueven la entrada en un mundo afectivo de soledad objetal, que retorna a una organización narcisista y autoerótica, haciendo un recorrido inverso de desinvestidura objetal de tipo regrediente, así, la libido regresiona en sus dos tópicas:

1. Sistema Ics, Pcs-Cs
2. Ello-Yo-Superyo

El sentido contraevolutivo de la regresión seguirá la orientación hacia puntos de fijación previos, más arcaicos, como también se encontrará la regresión a nivel del funcionamiento psíquico, que irá del proceso secundario hacia el proceso primario.

La conducta adictiva, como pasaje al acto impulsivo-compulsivo:

La gestión psicodinámica de lo pulsional, de acuerdo a las consideraciones previas, no tienen la amortiguación de la secundarización –proceso secundario del pensamiento-, por lo tanto la pulsión no puede ligarse satisfactoriamente a otras representaciones psíquicas –ideas-, ni tampoco a afectos modulados, el funcionamiento en proceso primario dará origen a fallas en el campo perceptual –ilusiones, alucinaciones- como también en los procesos intelectuales debido a:

1. La necesidad de descarga y de satisfacción pulsional es inmediata

2. El pasaje de una representación a otra se llevan a cabo según los mecanismos de 3. desplazamiento y/o condensación

4. La alucinación del objeto-fuente de satisfacción primitiva

5. La ausencia de coherencia, de relaciones lógicas

6. El desconocimiento de las relaciones temporales

7. El desconocimiento del principio de realidad

8. La compulsión de repetición que obedece al principio de identidad de percepción

Consideraciones finales:

Esta última consideración respecto a la compulsión de repetición –aspecto compulsivo-, unida a la urgencia de descarga y satisfacción la pulsión –aspecto impulsivo-, serán las características centrales de los comportamientos adictivos.

De esta manera quedan explicados los aspectos compulsivo-impulsivo que son propios a los comportamientos adictivos tal como se observan en graves dependencias psíquicas a drogas y/o sustancias psicoactivas.

sábado, 26 de mayo de 2007

El T.A.T.- Test de Apercepción Temática y sus láminas


*Por Patricia Martínez Llenas


El T.A.T- o Thematic Apperception Test (test de apercepción de temas, según la fórmula de Didier Anzieu), es una prueba proyectiva como el test de manchas de tinta de Rorschach (test estrucutural), y que “demanda al sujeto la invención de relatos a partir de fotografías que se le muestran” (D. Anzieu).

El T.A.T. fue creado por Henry A. Murray, médico y bioquímico de formación, director de la “Harvard Psychological Clinic” (quién se analizara con Jung, luego por Alexander).

La técnica del T.A.T. reposa sobre una teoría de la personalidad, que a partir de 1938 Murray publica en su libro “Exploraciones de la personalidad”, donde expone su sistema teórica centrado sobre la dualidad “necesidad-presión” (“needs-press”), poniendo como hipótesis principal la identificación del narrador al personaje central por medio del sesgo desde donde expresa sus propias “necesidades”, siendo los demás personajes y/o el medio los encargados de representar las presiones que resiente el narrador. Ya en 1943 Murray presenta el Manual del T.A.T. en su forma definitiva, constituido por un juego de 31 láminas y un manual de aplicación.

Vica Shentoub desde 1953 se situó frente al TAT (a diferencia de Murray) poniendo especial interés sobre la forma de los relatos más que sobre los contenidos.

De las 31 láminas originales, quedaron seleccionadas aquéllas consideradas como las más pertinentes y más significativas, siendo 18 las láminas seleccionadas, que serán presentadas dentro de un orden que implica ir desde las láminas que muestran situaciones mejor estructuradas a las de menor estructuración; las diez primeras láminas, más figurativas, representan a personajes sexuados, mientras que las láminas 11, 19 y 16 no reenvían a objetos concretos bien definidos. Las láminas 1, 2, 3BM, 4, 5, 8BM son propuestas a los niños y niñas, y a los hombres y mujeres; 6BM/7BM son propuestas a los niños y hombres; 6GF/7GF y 9GF, son propuestas a niñas y mujeres; 10, 11, 12BG, 13B, 19 y 16 son propuestas a niños, niñas, hombres y mujeres, y la 13MF propuesta únicamente a sujetos adultos hombres y mujeres. El orden es el siguiente: 1, 2, 3BM, 4, 5, 6BM/7BM, 6GF/7GF, 8BM, 9GF, 10, 11, 12BG, 13B, 13MF, 19 y 16. Se administran de una sola vez.

La hipótesis esencial de V. Shentoub, considera que las modalidades de construcción y de elaboración de los relatos dados por los sujetos reenvían a los mecanismos de defensa característicos de sus organizaciones psicopatológicas. Parte de la teoría psicoanalítica como teoría de la personalidad. El T.A.T. es pues considerado como un producto psíquico.

La fantasía inducida y consciente de los relatos dados por los sujetos a partir de la consigna: “Imagine una historia a partir de esta lámina”, está reconocida como diferente de la fantasía inconsciente espontánea –los fantasmas fundamentales del sujeto que atraviesan y se expresan en sus síntomas y sus sueños-.

La irrupción del fantasma inconsciente en la fantasía consciente inducida se ubica gracias a la distancia entre el relato del sujeto, y el tema banal (popular) a esa lámina, y desde las perturbaciones en la estructuración del relato.

Dice Vica Shentoub “Construir una historia TAT es un acto de organización más que un acto de imaginación. Analizar esta organización es volver a testear la autonomía relativa del Yo, su función de síntesis y de integración”. Sólo luego el contenido de las historias puede ser interpretado según los conflictos defensivos del sujeto, sus identificaciones y sus relaciones de objeto.

La hipótesis fundamental es que las láminas del TAT representan situaciones relacionadas a conflictos universales y especialmente a conflictos edipianos, ya que casi todas las láminas se refieren a la diferencia de generaciones, y/o a la diferencia de sexos.

Desde 1970 Shentoub y Rosine Debray completaron la teoría del proceso TAT proponiendo un análisis del material en términos de contenido latente y de contenido manifiesto.

Es una teoría del TAT que nos propone a partir de la definición del proceso TAT comprendido como “El conjunto de mecanismos mentales comprometidos en esta situación singular donde se le demanda al sujeto de imaginar una historia a partir de la lámina”

La situación de conflicto en el TAT se origina entre:

- La consigna, que es inductora de la producción de una fantasía consciente

- El examinador, vivido en el aquí y ahora a través de movilizaciones transferenciales

- El material, con la carga que conlleva desde sus solicitaciones latentes, y la reorganización (secundarización) que el sujeto pueda hacer de éstas

Asimismo, conflicto entre dos movimientos, la presión pulsional cuya expresión fantasmática es reavivada por la presentación de la lámina, y la solicitación de la representación-meta evocada por la consigna. Dicha consigna es la de organizar un relato que entre en resonancia con los afectos y las representaciones nuevamente puestos en movimiento, pero que respete las necesidades de la comunicación y las leyes del lenguaje.

Aquí se jugará nada menos que la expresión de los dos modos antagonistas y complementarios del funcionamiento psíquico:

- El proceso primario

- El proceso secundario

Evaluación del TAT

Consta de una grilla de evaluación donde figuran las listas que contienen los procedimientos de construcción de los relatos.

Estos procedimientos de construcción están sustentados por los mecanismos de defensa que tienden a la regulación del conflicto pulsional.

En la grilla se hace el repertorio de los distintos modos de construcción de los relatos obtenidos del sujeto a quién se le administran las láminas; dichos modos o procedimientos de tratamiento del discurso, se irán ubicando en las diferentes listas a saber, configurando así un entramado que se irá aclarando poco a poco a medida que confluyan o no en una lista o en varias listas, y predominen unas sobre otras, dando así orientación del estilo psicopatológico predominante encontrado, y de la presencia, variada o no, de otros modos de construcción, que al ser tenidos en cuenta, darán cuenta de una amplia visión de todos los recursos defensivos, sean éstos de una calidad y cantidad que sirvan para armonizar y hacer más legible el protocolo, dando lecturas donde las pulsiones y las defensas se encuentren en un fluir que tienda a enriquecer las posibilidades de intercambios entre las instancias psíquicas, o al contrario, donde las pulsiones sean masivas, y las defensas a ultranza, dando como resultado un impedimento mayor al funcionamiento psíquico, cercenando su creatividad, y empobreciendo al Yo.

Explicación Teórica:

El descriptaje de los procedimientos de elaboración del discurso es facilitado por la utilización de la grilla de evaluación que permite el señalamiento y el agrupamiento de los factores que más adelante se detallan. Dichos procedimientos pueden ser formales –señalando, marcando el nivel sintáctico del relato-, y/o narrativos –organizando la historia según tal o cual estilo defensivo-.

Hipótesis: Los procedimientos de elaboración del discurso localizables en los protocolos del T.A.T. son sostenidos por operaciones inconscientes (mecanismos de defensa y otras modalidades de conductas psíquicas) donde aquéllas son la traducción manifiesta.

Los mecanismos de defensa o la defensa, es un conjunto de operaciones cuya finalidad es la de reducir un conflicto intrapsíquico, volviendo inaccesible a la experiencia consciente uno de los elementos del conflicto. Los mecanismos de defensa serán los diferentes tipos de operación dentro de los cuales puede especificarse la defensa, es decir, las formas clínicas de esas operaciones defensivas.

La actividad defensiva existe en toda organización psíquica, sea ésta normal o patológica.

Grilla de evaluación del T.A.T.

Serie “A” y “B”

Las dos primeras categorías que agrupan los procedimientos de las series “A” y “B”, reenvían a procedimientos de elaboración del discurso que están en correspondencia con los mecanismos de defensa neuróticos –en particular la REPRESION- que son testigos de una conflictualización intrapsíquica, es decir, de una lucha entre los sistemas del aparato psíquico en términos de la 1º Tópica freudiana: Preconsciente-consciente/inconsciente; o en términos de la 2º Tópica, como una lucha entre el Ello y el Superyó a través del Yo, lo que supone la existencia de un espacio interno constituido, bien diferenciado respecto del mundo exterior, espacio interno que servirá de escena al despliege y a la dramatización de los conflictos.

Estos procedimientos están representados, en los dos casos, por organizaciones psíquicas elaboradas, dominadas por el conflicto que:

· En la Serie “A” es tomado a cargo por el pensamiento que es portador de la expresión del deseo y la defensa

· En la Serie “B” por la puesta en escena de relaciones interpersonales que evidencian el afrontamiento entre las instancias.

Serie “C”:

La tercer categoría “Procedimientos de la Serie “C”, trata de los mecanismos de EVITAMIENTO del conflicto, por lo que se denomina aconflictual. Se distinguen cinco categorías de procedimientos:

Serie “C/P”* “FOBIA” *P=Phobie

Releva los ordenamientos fóbicos, en los cuales dominan el evitamiento y la huida. Su asociación con los procedimientos de la Serie “A” y/o “B” sigue la naturaleza neurótica del conflicto. Así y utilizados en pequeña cantidad estos procedimientos “P” van a permitir que las representaciones y afectos reaparezcan bajo la forma del retorno de lo reprimido; estos relatos elaborados desde esta modalidad guardan un cierto espesor simbólico, una cierta resonancia fantasmática en relación con las solicitaciones latentes de la lámina.

No obstante, no hay que olvidar que estos procedimientos no tienen una significación diagnóstica unívoca, pudiendo dar cuenta de modalidades de funcionamiento distinto al neurótico.

Serie “C/N” “NARCISISMO”

Reenvían a modalidades narcisísticas de funcionamiento psíquico, sobre todo al sobreinvestimiento de la polaridad narcisística del fantasma.

Aquí el cuerpo ya no es investido para seducir como lo es en el registro histérico, sino que es utilizado para comunicar y producir sentido.

Utilizados de forma masiva, pueden ser la traducción de un retraimiento libidinal arcisito que toma el lugar del conflicto libidinal

Serie “C/M” “MANÍA”

Reenvían a mecanismos de tipo maníaco tomado en el sentido kleiniano de lucha antidepresiva, buscando evacuar las representaciones y afectos depresivos, también pueden estar sobreinvestidos como un llamado al otro.

Serie “C/C” “COMPORTAMENTAL”

Hace el repertorio de conductas actuadas que constituyen un recurso al comportamiento durante la administración del test. Estas conductas están ligadas a una dificultad momentánea o durable en el trabajo de elaboración psíquica y/o inscribirse en una regulación o en un relanzamiento del proceso asociativo.

Hay que distinguir dos modos particulares en las conductas actuadas:

- Aquéllas, que en la relación con el clínico (transferencia), son la expresión de un fantasma subyacente, pues los procesos de pensamiento necesarios para la elaboración de los relatos no pueden tomar a su cargo

- Otros que tienen como función la de tender hacia la descarga y la disminución de la excitación y la tensión

Serie “C/F” “FÁCTICO”

Se distinguen de los precedentes en la medida en que la inhibición no está asociada a los mecanismos de represión que son reconocibles a través del retorno de lo reprimido. La angustia está aparentemente ausente, y el estímulo es investido como objeto real y no más como fuente de reactivación fantasmática.

El acento está puesto aquí, de forma específica, sobre los elementos de la realidad exterior, lo fáctico, lo cotidiano, lo concreto, las ideas recibidas que vienen a sustituir a un mundo interno desfalleciente.

Utilizados de manera masiva, se corresponde a modalidades de funcionamiento que se caracteriza por la ausencia de conflicto intrapsíquico (personalidades “como sí”) y también aquéllas definidas por Pierre Marty con la noción de “pensamiento operatorio”, que son propias de la alexitimia o personalidades psicosomáticas.

Todos los procedimientos de la serie “C”, sea “C/P”, “C/N”, “C/M”, “C/C” o “C/F” pueden aparecer en modalidades de funcionamiento psíquico variado. A evaluar, entonces, si su utilización es transitoria, o bien, dominante.

SERIE “E” Emergentes en proceso primario”

Reagrupa las modalidades de pensamiento saturado en proceso primario.

La presencia de mecanismos de la serie “E” en pequeñas cantidades es esperable en el T.A.T., su aparición pone el acento sobre una cierta permeablilidad de las instancias y una flexibilidad que autoriza la irrupción y la circulación de fantasmas y/o de afectos más masivos, sin que el sujeto esté completamente desorganizado.

Los procedimientos de la serie “E” no tienen tampoco una significación diagnóstica unívoca; todo dependerá de su aparición, su repartición y su asociación con procedimientos de otras series.

Se distinguen en esta serie, procedimientos que traducen:

- De fallos mayores en las conductas perceptivas y en el anclaje en la realidad externa (ítems E1 a E6)

- De perturbaciones profundas ligadas a la invasión fantasmática (ítems E7 a E10)

- De trastornos mayores ligados a la relación de objeto, llegando incluso a trastornos de la identidad (E11 a E16)

- De trastornos ligados a la desorganización del pensamiento y del discurso, que a partir de éstos, no se inscriben más dentro de una lógica de comunicación.

CONTENIDOS MANIFIESTOS Y CONTENIDOS LATENTES EN LAS LAMINAS T.A.T.

Lámina 1:

Manifiesto: Un niño, la cabeza entre las manos, mira un violín puesto delante de él.

Latente: Reenvía a la imagen de un niño, pone el acento sobre la inmadurez funcional frente a un objeto de adulto (no es un juguete), objeto fálico. El conflicto será la dificultad, hasta la imposibilidad de utilizar este objeto en lo inmediato, encontrando los dos extremos, desde la posición depresiva (incapacidad, impotencia), hasta la posición megalomaníaca (omnipotencia)



Lámina 2:

Manifiesto: “Escena campestre”. Un hombre con un caballo, una mujer apoyada sobre un árbol, una joven en primer plano que tiene libros.

Latente: Reenvía al triángulo edípico padre-madre-hijo, pero sin noción de inmadurez funcional. El conflicto será sobre la posición de la joven frente a la pareja, que está objetivizada a nivel del contenido manifiesto por la diferencia entre los dos planos. Cada personaje puede ser percibido como provisto a su manera.





Lámina 3BM:

Manifiesto: Un individuo tirado al pie de una banqueta (sexo y edad indeterminados, objeto igualmente confuso, poco claro)

Latente: Reenvía a la posición depresiva esencial presentando traducción corporal (no de conflicto, sino desde la pérdida del objeto)



Lámina 4:

Manifiesto: Una mujer cerca de un hombre que se aparta (diferencia de sexo, no de generación)

Latente: Reenvía a una relación de pareja manifiestamente conflictual entre dos polos: agresividad-ternura.





Lámina 5:

Manifiesto: Una mujer de mediana edad, la mano sobre el picaporte de una puerta, mira al interior de una pieza.

Latente: Reenvía a una imagen femenina (maternal) que penetra y mira. El conflicto enviará, frente a este tipo de imagen femenina, a la posibilidad o no de situarse frente a una instancia superyoica.




Lámina 6BM:

Manifiesto: Un hombre, de frente, con aire de preocupado, y una mujer anciana que mira hacia fuera (diferencia de sexos, diferencia de generación).

Latente: Reenvía a una relación madre-hijo en un contexto de malestar. El conflicto debe anudarse alrededor de la interdicción del acercamiento edípico objetivado a nivel de la imagen, por el espacio que separa a los protagonistas, como así también por su posición respectiva (no acercamiento).



Lámina 6GF:

Manifiesto: Una joven mujer sentada en primer plano volviéndose hacia un hombre que se aproxima hacia ella (no diferencia de generación marcada, sí diferencia de sexo)

Latente: Reenvía a una relación heterosexual en un contexto de deseo libidinal y de defensa contra el deseo (comprendida la culpabilidad). El deseo es objetivado por el movimiento del uno sobre el otro, y la defensa por la separación de los planos. El acercamiento edípico está ofrecido e interdicto a la vez.



Lámina 7BM:

Manifiesto: Dos cabezas de hombre, cabeza con cabeza; uno, “el viejo”, vuelto hacia el otro “joven” que hace una mueca de disgusto (diferencia de generación, no se sexo, no hay inmadurez funcional)

Latente: Acercamiento de tipo padre-hijo, en un contexto de reticencia desde el hijo a nivel de las ideas (cuerpo excluido). El conflicto debe anudarse alrededor del acercamiento entre esos dos personajes, entre dos polos: ternura-oposición.


Lámina 7GF:

Manifiesto: Una mujer, libro en la mano, inclinada hacia una niña de aspecto soñadora que tiene un muñeco entre sus brazos (diferencia de generación, inmadurez funcional para la niña)

Latente: Reenvía a una relación tipo madre-hija en un contexto de reticencia por parte de la niña (rivalidad, identificación). El conflicto debe anudarse alrededor de la identificación con la madre, favorizada por ésta.




Lámina 8BM:

Manifiesto: Un hombre acostado, dos hombres inclinados sobre él con un instrumento. En primer plano un joven solo que da la espalda a la escena, y un fusil (no hay diferencia de sexo, sí diferencia de generación, no hay inmadurez funcional)

Latente: Reenvía a una escena de agresividad abierta a través de la presencia de hombres adultos y un adolescente en un contexto de posiciones contrastantes activo/pasivo. El conflicto debe anudarse alrededor de la escena de agresividad abierta del 2º plano, ligándola al joven y al fusil del 1º plano. Reenvía al problema de la agresión corporal que puede ser vivida a nivel de la castración, o a nivel de la destrucción.



Lámina 9GF:

Manifiesto: Una joven mujer detrás de un árbol, portando unos objetos, mirando a una segunda joven mujer que corre debajo (no hay diferencia de generación, ni de sexo, no inmadurez funcional)

Latente: Reenvía a una situación de rivalidad femenina, a un contexto dramatizado. El conflicto debe anudarse alrededor de la rivalidad femenina acentuada a nivel del material por la semejanza entre ambas mujeres, y por el hecho que una pareciera vigilar a la otra.




Lámina 10:

Manifiesto: Una pareja que se abraza (sólo las caras están representadas, el contraste blanco y negro está acentuado)

Latente: Reenvía a la expresión libidinal a nivel de la pareja. La imagen está lo bastante poco clara para que puedan haber diversas interpretaciones en cuanto al sexo y a la edad de los dos personajes. La fantasía debe igualmente dar cuenta del halo dramático objetivado por el contraste blanco-negro.



Lámina 11:

Manifiesto: Paisaje caótico de vivos contrastes de sombras y de claridades, se ve una especie de pico (detalle a la izquierda estilo dragón o serpiente)

Latente: Reactivación de una problemática pregenital. Algunos elementos más estructurados (puente, ruta…) pueden permitir una remontada hacia un nivel menos arcaico (regresión posible o no)



Lámina 12 BG:

Esta lámina originalmente propuesta a niños y niñas, se muestra también interesante para adultos de ambos sexos.

Manifiesto: Un paisaje tipo bosque al borde de un curso de agua, mostrando en primer plano un árbol y una barca; vegetación y el segundo plano está poco preciso; el gráfico está relativamente aireada con dominancia de claridad.

Latente: El aspecto figurativo y familiar del material pone en obra las capacidades elementales para diferenciar el mundo interno del mundo externo, y reenvía a una capacidad perceptiva conocida, en referencia a las buenas experiencias pregenitales. A evaluar si aún en ausencia del personaje sobre la imagen, el sujeto puede reconocer al objeto sin temer su pérdida, componiendo un espacio de representación que ocupe la escena mental. Esto se relaciona directamente a los modos de elaboración de la posición depresiva.



Lámina 13 MF:

Manifiesto: Una mujer acostada, el pecho desnudo, y un hombre en primer plano, el brazo delante de la cara

Latente: Reenvía a la expresión de la sexualidad y la agresividad en la pareja




Lámina 13 B:

Manifiesto: Un niño sentado en el umbral de una cabaña de planos disyuntos (contraste entre luz al exterior y muy negro al interior)

Latente: Reenvía a la capacidad de estar solo, el acento está puesto sobre la inmadurez funcional (imagen de un niño), y sobre la precariedad del refugio maternal simbolizado por la cabaña (capacidad de fantasear el objeto ausente)





Lámina 19:

Manifiesto: Imagen surrealista de casa bajo la nieve o de barco en la tempestad, con fantasmas, olas…

Latente: Reactivación de una problemática pregenital. El estímulo puede evocar un entorno que permita la proyección del bueno y malo objeto. La lámina empuja a la regresión y a la evocación de fantasmas fobígenos


Lámina 16:

Manifiesto: Lámina blanca para el sujeto.

Latente: Reenvía a la forma de cómo el sujeto estructura sus objetos privilegiados y a las relaciones que establece con ellos (nivel en el cual se ubica; peso e impacto de los procedimientos defensivos). En la ausencia de un soporte dado por la imagen, los elementos transferenciales pueden devenir pregnantes